Tal y como sucedió a la antigua Grecia, a Roma y al Imperio Maya, las guerras han venido mermando ese gran poder del norteamericano y ahora la recesión económica colosal
Rubén Calatayud /El Mundo de Córdoba
México 06 de febrero, 2009
México 06 de febrero, 2009
Se enseña en las escuelas que la grandeza de los árabes fue efímera, siendo que la dominación sobre España duró siete siglos y que su influencia abarcó el Medio Oriente y el sur de Europa. Hoy vemos que los Estados Unidos, con su gran poder económico, se encumbró sobre todas las naciones de la Tierra presagiando un destino que lo llevaría a la cúspide del mundo.
Sin embargo, recientemente estamos viendo que en el curso de los últimos años ese poderío da muestras de que algo ha fallado a los norteamericanos. Cuando la Unión Soviética dejó el sistema comunista y se pasó al capitalismo, los Estados Unidos reafirmaron su primera posición; al fin quedaba eliminado el temido enemigo del capitalismo y ya no habría ningún obstáculo para que el país del norte se adueñara de la situación mundial y doblegara, por medio del poder económico, el militar y el tecnológico, cualquier intento de insubordinación. El autoproclamado país de la democracia y la libertad, convertido en gendarme del mundo, impuso sus reglas a todas las naciones.
Ya entonces la Gran Bretaña había quedado atrás al perder sus colonias, después de la Segunda Guerra Mundial, de donde salió bastante empobrecida. Al fin de esa contienda el futuro ofrecía a América el control político y económico de todo el orbe. Sin embargo, tal y como sucedió a la antigua Grecia, a Roma y al Imperio Maya, las guerras han venido mermando ese gran poder del norteamericano. Derrotado en Vietnam, de donde logró una paz negociada, se enfrascó a últimas fechas en una contienda que ha resultado un desastre: la de Irak, extendida a Afganistán. Por razones aún ignoradas, su aliado Bin Laden se convirtió en su peor enemigo, logrando crear una red mundial de terrorismo. A las guerras ha sucedido una recesión económica colosal que ha puesto al país más rico de rodillas. Quiebras, millones de desempleados y la angustia popular por sentir que el barco se hunde, que la vida común allá con una clase media alta de residencia, autos del año y viajes al extranjero amenaza terminarse, aparte del problema de que toda la gente de otros países quiere hacer el llamado sueño americano: entrar ilegalmente para quedarse trabajando y ganando más que en sus lugares de origen.
El atentado a las torres gemelas, las guerras en el Medio Oriente y para colmo el crecimiento y progreso de las naciones del Lejano Oriente, pueden ser indicadores de que el predominio de Norteamérica va en declive y arrastre en su caída a sus aliados de Latinoamérica y de algunos otros Estados de Africa y de Europa.
Sin embargo, recientemente estamos viendo que en el curso de los últimos años ese poderío da muestras de que algo ha fallado a los norteamericanos. Cuando la Unión Soviética dejó el sistema comunista y se pasó al capitalismo, los Estados Unidos reafirmaron su primera posición; al fin quedaba eliminado el temido enemigo del capitalismo y ya no habría ningún obstáculo para que el país del norte se adueñara de la situación mundial y doblegara, por medio del poder económico, el militar y el tecnológico, cualquier intento de insubordinación. El autoproclamado país de la democracia y la libertad, convertido en gendarme del mundo, impuso sus reglas a todas las naciones.
Ya entonces la Gran Bretaña había quedado atrás al perder sus colonias, después de la Segunda Guerra Mundial, de donde salió bastante empobrecida. Al fin de esa contienda el futuro ofrecía a América el control político y económico de todo el orbe. Sin embargo, tal y como sucedió a la antigua Grecia, a Roma y al Imperio Maya, las guerras han venido mermando ese gran poder del norteamericano. Derrotado en Vietnam, de donde logró una paz negociada, se enfrascó a últimas fechas en una contienda que ha resultado un desastre: la de Irak, extendida a Afganistán. Por razones aún ignoradas, su aliado Bin Laden se convirtió en su peor enemigo, logrando crear una red mundial de terrorismo. A las guerras ha sucedido una recesión económica colosal que ha puesto al país más rico de rodillas. Quiebras, millones de desempleados y la angustia popular por sentir que el barco se hunde, que la vida común allá con una clase media alta de residencia, autos del año y viajes al extranjero amenaza terminarse, aparte del problema de que toda la gente de otros países quiere hacer el llamado sueño americano: entrar ilegalmente para quedarse trabajando y ganando más que en sus lugares de origen.
El atentado a las torres gemelas, las guerras en el Medio Oriente y para colmo el crecimiento y progreso de las naciones del Lejano Oriente, pueden ser indicadores de que el predominio de Norteamérica va en declive y arrastre en su caída a sus aliados de Latinoamérica y de algunos otros Estados de Africa y de Europa.

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